Nuestra Señora de las Veredas de Torrecampo
Según cuenta la leyenda, un primero de mayo de finales del siglo XV, un pastor de Torrecampo, que se encontraba guardando su ganado en las veredas pastoriles de la Mesta, a orillas del arroyo Guadamora, justo en el lugar por donde se cruzan la Cañada Real Soriana y la Cañada Real Segoviana, encontró en una cavidad entre las rocas una imagen de la Virgen. Inmediatamente la metió en su zurrón y se dirigió al pueblo para mostrar su hallazgo a los habitantes de Torrecampo. Pero cual sería su sorpresa, que al abrir el zurrón la Virgen había desaparecido. El pastor se dirigió nuevamente al lugar del encuentro, donde encontró nuevamente la imagen. Al igual que en la primera ocasión, el pastor la metió en el zurrón y se fue nuevamente hacia el pueblo. Igualmente, al llegar al pueblo y abrir su morral, la imagen había desaparecido. Y así sucedió hasta tres veces. Conocidos los hechos en Torrecampo, sus habitantes acudieron en masa al lugar de la aparición, celebrándose de este modo a primera romería hacia el lugar por donde transcurrían las veredas pastoriles. Como quiera que la virgen quería permanecer allí, se decidió que en aquel paraje se le debería construir una ermita, proclamándola patrona de Torrecampo, bajo la advocación de la Virgen de las Veredas.
La imagen que se venera en Torrecampo es una talla policromada en madera de pino de 105 cm, talla completa de finales del s.XV y de autor desconocido. Durante siglos, estuvo vestida de virgen pastora, como así era, y ya en el s.XX como Reina.
Durante la Guerra Civil española (1936-1939), el pueblo de Torrecampo sufrió las desagradables consecuencias de la tragedia, destruyéndose su rico patrimonio artístico, decenas de imágenes, retablos y ornatos fueron incendiados y destruidos. Únicamente se salvó el Santuario de la Patrona y su venerada imagen, aún cuando el 23 de septiembre de 1937 la imagen de la Virgen de Veredas recibió dos disparos desde la escalinata; uno en la frente y otro que le rozó el cuello (lado derecho si se mira de frente). Según cuentan las personas de mayor edad, cuando se conocieron los hechos en Torrecampo, absolutamente todo el pueblo de Torrecampo, dejando a un lado absurdas ideologías, acudió en masa al Santuario para verificar lo sucedido, considerándose un verdadero "milagro" que la cabeza de la Virgen no hubiera saltado en añicos. Así lo confirmaba el reputado restaurador sevillano Miguel Ángel Pérez Fernández, quien en 1.993 tuvo ocasión de restaurar la sagrada imagen, con motivo de la Coronación Canónica de la misma, que tuvo lugar en el Paseo de Gracia de Torrecampo el 30 de abril de 1.995.