Nuestra Señora de Villaviciosa
La leyenda sitúa la aparición de la imagen de Nuestra Señora de Villaviciosa en la villa portuguesa de Vila Viçosa, en el Alentejo portugués, en la segunda mitad del siglo XIV. Tras decaer el culto a esta imagen aparecida, un vaquero de nombre Hernando traslada a tan celestial Señora a nuestra tierra. Emplazada en la ermita de la sierra de las Gamonosas, actual emplazamiento del pueblo de Villaviciosa cuyo nombre tomó de la venerada imagen, Córdoba la hizo suya.
En el siglo XVI ya gozaba de sólida devoción, promovida por el Cabildo Catedral de Córdoba, que no dudaba en traer a la imagen a la ciudad de Córdoba en épocas de calamidades como sequías y epidemias, siendo traída y devuelta en veintidós ocasiones desde allí hasta nuestra ciudad y viceversa.
En el siglo XVII la devoción de la Virgen de Villaviciosa estaba consolidada de ahí que el Cabildo de la catedral de Córdoba, decidiese en 1698 entronizar definitivamente la imagen en la vieja capilla mayor de la catedral cordobesa, construida a finales del siglo XV por Íñigo Manrique.
En el pueblo serrano, se venera desde 1763 una copia de la misma que fue coronada canónicamente en el año 1988.
En el siglo XVII la devoción de la Virgen de Villaviciosa estaba consolidada de ahí que el Cabildo de la catedral de Córdoba, decidiese en 1698 entronizar definitivamente la imagen en la vieja capilla mayor de la catedral cordobesa, construida a finales del siglo XV por Íñigo Manrique.
En el pueblo serrano, se venera desde 1763 una copia de la misma que fue coronada canónicamente en el año 1988.