Nuestra Señora la Purísima Concepción de Linares de Córdoba
La imagen de la Virgen de Linares es una talla anónima, realizada en madera de peral o de cedro, si bien los últimos estudios se inclinan por este último tipo de madera, de 94 centímetros de altura que lleva un niño en su brazo derecho. A su pies lleva una media luna realizada en madera de pino que forma con ella un todo. Su actitud es majestuosa y su fisonomía acusa una gran expresión mística, tanto en la Virgen como en el bellísimo Niño que descansa sobre el seno de la madre. Su mirada es tierna y la sonrisa, de una dulzura extraordinaria. Fue realizada en torno al siglo XV, es de bulto redondo, hueca en su interior y está dorada y policromada. En 1.883, se le retiran los ropajes que la envolvían y aparecen las marcas de unos resplandores que salían de la espalda, los cuales fueron colocados de nuevo a la Imagen en la restauración a la que fue sometida en el año 1993. En la mano izquierda lleva el cetro real; mientras que con la derecha sostiene al Niño Jesús con una bola del mundo en sus manos.
Aunque el número de veces que ha sido retocada la imagen de Nuestra Señora de Linares es difícil de precisar, sí se puede decir que éstas no fueron de lo más acertado. Se conoce la que tuvo lugar el año 1885, aprovechando una de las veces que la imagen fue trasladada a Córdoba para que librase al pueblo de una gran epidemia de cólera. Se sabían los desperfectos que tenía y era necesaria una restauración inmediata, por lo que la hermandad decidió aceptar el ofrecimiento del director de la Escuela de Bellas Artes Rafael Romero Barros, para dirigir dicha restauración, que fue comenzada el 30 de septiembre de dicho año, previa autorización del Cabildo catedralicio. El señor Romero junto con el artífice Rafael Díaz, tras un detenido estudio decidieron hacer una restauración completa de la imagen, que fue concluida el 20 de noviembre del citado año.
No obstante la restauración más importante de las acometidas sobre la talla fue la última efectuada que se llevó a cabo en el año 1994 con el consentimiento del Cabildo catedralicio, que es su patrono, encargándose de dicha restauración el imaginero cordobés Miguel Arjona Navarro. Después de un estudio en profundidad de la imagen, tanto exterior como interior, y vistas las malas condiciones en que se encontraba la misma, se procedió a resanar todo el conjunto, descubriéndose que en otros tiempos la imagen había tenido unos rayos salientes a ambos costados, siete en cada lado, que le fueron repuestos y que luce en la actualidad. Una vez restaurada, y antes de cerrar su entorno, le fue colocado en su interior un pergamino, en el que se da cuenta de dicha restauración.
Fue coronada el día 14 de mayo de 2011 en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba por el Obispo de Córdoba D. Demetrio Fernández.